miércoles, 28 de enero de 2009

LOS CUENTOS SON MENTIRA

Me llamo Blancanieves... se lucieron con mi nombre, pero en el mundo de los cuentos ya es tan popular que imagino que ha dejado de sonar extraño. Supongo, también, (y sin querer sonaros prepotente) que de sobras conocereis mi historia, que habreis crecido con ella... sí, sí, la milonga aquella de la madrastra mala, y los siete enanitos que me hospedaron y cuidaron de mí hasta que llegó el príncipe. Pues esa misma soy, con algunos años más en la espalda, y los correspondientes kilos que he ido atesorando a través de la vida. Podría haber concertado un Salsa Rosa para hacer lo que ahora me dispongo a hacer, pero he preferido declinar la oferta de los paltós de televisión pq restarían credibilidad a algo tan serio. A mis 50 abriles, quiero contar la verdad de mi historia, pq estoy harta de que las cosas se versionen para que resulten más agradables a los oídos (y a la memoria). Si lo pensais un poco, mi experiencia vital no fue tan bucólica como os han contado. En primer lugar (y en un ejercicio de autocrítica y honestidad) os confesaré que mi madrastra no era tan mala... lo que pasa es q me pillo con la edad del pavo, y yo estaba insoportable. Que si quiero llegar más tarde a casa, que si llego con tres u ocho copitas de más, que si quiero tatuarme la nalga... ya sabeis, esas inquietudes que asedian a los adolescentes, y contra las que los padres suelen verse impotentes... Mi padre (el rey) siempre andaba de aquí para allá, con sus monárquicas tareas (recepciones, viajecitos oficiales, cenas de Estado...) Total, q como en su agenda no quedaba mucho tiempo para mí, delegó todos sus deberes paraconmigo en su nueva esposa, a la que terminé desquiciando, y llevando a las puertas del psiquiátrico. Cunado ella (mi madrastra) empezó con la medicación, decidí darme el piro, me llevé todo lo que pude en metálico y me dediqué a dar tumbos por el reino. Mucha fiesta, la verdad... así que al poco tiempo me quedé sin blanca. No me apetecía volver, estaba sedienta de experiencias... así que fui a parar a un pueblo remoto, y en su posada topé con el maldito anuncio que cambiaría mi vida: "SE BUSCA CHICA PARA TAREAS DOMÉSTICAS. RAZÓN AQUÍ". Inmediatamente hablé con el posadero, quién me indicó como llegar a una casita situada en lo más recóndito e inhóspito del bosque. Me cagué de miedo al ver el paraje que la rodeaba... Efectivamente, y como habreis supuesto, sus habitantes no eran otros que los siete enanitos. Tratamos el negocio... comida y techo a cambio de... ser prácticamente su esclava. Qué tonta fui al aceptar!. Siete enanitos (por quequeños que sean, dan trabajo... y más si se dedican a trabajar en la mina... la de mierda que dejan!!! Y ahí me teníais a mí, la princesa rebelde, fregando todo el santo día, preparando las comidas para ese regimiento de hombrecitos, que se pasaban toda la jornada fuera de casa, y que cuando llegaban lo querían todo en su punto: la cena servida, las camas hechas, el polvo sacado, el suelo barrido y fregado, las losas del baño relucientes... En fin, que lo que me dio (el jamacuco aquel por el que me quedé inconsciente) no fue por el envenenamiento de la dichosa manzana (que nunca existió) sino que se trató de una crisis de ansiedad aguda que me dejó inconsciente... Siete meses como esclava de aquellos tiranos, y con la única compañía de los animales del bosque (que entraban en casa y se cagaban dónde queían) puede dejar más secuelas que el mismo Guantánamo....
Los muy hijos de su madre (me refiero a los enanos mineros) me habían contratado de palabra, ilegalmente... así que cómo no me cubría la seguridad social, decidieron enterrarme para ahorrarse la factura del médico... Y ya me tenían dispuesta en el atúd, cuando recobré el sentido y me di el piro de ahí. Lo que no me perdono es haber aguantado tanto tiempo en esas condiciones infrahumanas (conste en acta que mi cama era de un metro y medio de largo, la heredé del octavo enanito que falleció y era el que se encargaba de los menesteres domésticos)... En fin, que me escapé de toda aquella mierda, y regresé a mi casa y a mi vida con la lección bien aprendida (hasta que a los treinta me dio por fugarme con un circo, me enamoré del domador... igual la historia tb os suena... pero ya sería extenderme demasiado reratárosla tb aquí).
Los cuentos versionan y distorsionan la realidad. Desde aquí quiero invitar a mis compañeros y compañeras (La sirenita, la Bella, Wendy, Caperucita, y demás damnificados por la falacia de las letras y el efecto Christian Andersen & Disney) a que sigan mi ejemplo y dejen por escrito la verdad de sus historias. Os aseguro que las hay espeluznantes.

9 comentarios:

Menta dijo...

Pues sí las hay sí... No sé si has leído la versión subida de tono de tu amiga Caperucita... Una buscona, la tía!
Un saludo!

Friducha dijo...

No tenía ni idea Menta... Me alegra que por fin se haya liberado y cuente su verdad!

Desilusionista dijo...

Si es que hay que fastidiarse, de pequeño te venden unas historias...y luego claro, pasa lo que pasa.

Me gusta tu modo de ver los cuentos ;)

Lastienditas dijo...

:DDD
Al pan pan y al vino vino, no? Basta ya de magia y fantasía y de príncipes y princesas...uff!

Gubia dijo...

Desde luego los cuentos nos lo pintan todo de color de rosa y luego mira, que dura es la vida,jajajaj. Un abrazo

Anónimo dijo...

muy bueno
yo me sabía una versión más subida de tono, en que además los enanitos se cepillaban a la dulce BN

alas dijo...

si es que cuando decimos "no me cuentes cuentos..." por algo será, ¿no? ya está bien de princesas edulcoradas, y príncipes repeináos!

:)

Barbijaputa dijo...

Menta estás ahí!!!!! Te he mandado dos o tres emails porque te perdí la pista, pero no sé si ese correo lo miras mucho. Llevas mogollón sin actualizar!!


Fri; mancantao!!! quiero másss

Amelie dijo...

Hola.Pues si las hay.Pero,bueno es que los cuentos,cuentos son no..???

Saludos de Angelica Black.