Llevo unos cuantos días de parón social, por unas cosas y otras no estoy quedando con toda la frecuencia que me gustaría con mi gente. Echo de menos los cafés acompañados de tertulia, o las cañas entre risas. Me viene a la cabeza ahora una película (¿cómo no?), en esta ocasión se trata de "En la ciudad", tercer film dirigido por el realizador catalán Cesc Gai. A grandes rasgos la cinta versa sobre las vidas de un grupo de amigas, que se ven casi a diario, quedan para comer, para tomar algo, y ahí sentadas se cuentas sus cosas... o las que se quieren contar, pq detrás de sus pluscuamperfectas existencias se esconden secretos inconfesables (mentiras, infidelidadades, vacíos... etc...
Desde siempre, en nuestra sociedad, ha imperado la máxima "vicios privados, virtudes públicas", "life motive" bajo el que vivimos estigmatizados, y alejados (a mi parecer) de la cruda realidad, para sobrellevar el peso de nuestros días y de nuestras conciencias mejor. Nos encadenamos a las apariencias por un simple anhelo de "encajar", de no resultar discordantes, pero seamos realistas: Todos estamos hechos del mismo material. De sueños, deseos, frustraciones, miedos, egoísmo...
El otro día, conversando con una íntima amiga (ex compañera de piso también), salió este mismo tema. Ella es de un pueblo pequeño (400 habitantes), y me comentaba lo hipócrita y vacío que le resultaba tomar el café en el bar, rodeada de la gente con la que había crecido. Me explicaba que la manera de relacionarse allí se basaba en ocultar el 90% de lo que cada uno es y piensa (que viene a ser lo mismo). Todo superficial, nada que pueda dar que pensar o que hablar, unas cuantas partidas al guiñote, un par de cañitas, risas, y poco más. Me decía que no conocía realmente a nadie de su pueblo, y que porsupuesto, nadie la conocía a ella. Me dio que pensar, porque en mayor o menor medida eso nos pasa a todos. A mí, personalemente, ese tipo de relaciones no me llenan, me hacen sentir vácua, como alienada de mi misma, empobrecida.
Me gusta lo auténtico, me gusta habalr de lo que siento y pienso, me gusta profundizar y llegar a lo más profundo que me sea posible, no me gusta quedarme con la corteza, pq no es más que un envoltorio, pq no me cunde, no me alimenta. Pero es cierto que en muchas ocasiones me he enfundado el traje de la impermeabilidad, para no dejar que traspasen al exterior mis pensamientos o mis estados de ánimo. Escupo una sonrisa, seguida de un "todo va bien" , y así abreviamos y podemos seguir con la partida de cartas, pq lo importante (a veces) no debe interrumpir a la estupidez... tampoco le interesaría.
Desde siempre, en nuestra sociedad, ha imperado la máxima "vicios privados, virtudes públicas", "life motive" bajo el que vivimos estigmatizados, y alejados (a mi parecer) de la cruda realidad, para sobrellevar el peso de nuestros días y de nuestras conciencias mejor. Nos encadenamos a las apariencias por un simple anhelo de "encajar", de no resultar discordantes, pero seamos realistas: Todos estamos hechos del mismo material. De sueños, deseos, frustraciones, miedos, egoísmo...
El otro día, conversando con una íntima amiga (ex compañera de piso también), salió este mismo tema. Ella es de un pueblo pequeño (400 habitantes), y me comentaba lo hipócrita y vacío que le resultaba tomar el café en el bar, rodeada de la gente con la que había crecido. Me explicaba que la manera de relacionarse allí se basaba en ocultar el 90% de lo que cada uno es y piensa (que viene a ser lo mismo). Todo superficial, nada que pueda dar que pensar o que hablar, unas cuantas partidas al guiñote, un par de cañitas, risas, y poco más. Me decía que no conocía realmente a nadie de su pueblo, y que porsupuesto, nadie la conocía a ella. Me dio que pensar, porque en mayor o menor medida eso nos pasa a todos. A mí, personalemente, ese tipo de relaciones no me llenan, me hacen sentir vácua, como alienada de mi misma, empobrecida.
Me gusta lo auténtico, me gusta habalr de lo que siento y pienso, me gusta profundizar y llegar a lo más profundo que me sea posible, no me gusta quedarme con la corteza, pq no es más que un envoltorio, pq no me cunde, no me alimenta. Pero es cierto que en muchas ocasiones me he enfundado el traje de la impermeabilidad, para no dejar que traspasen al exterior mis pensamientos o mis estados de ánimo. Escupo una sonrisa, seguida de un "todo va bien" , y así abreviamos y podemos seguir con la partida de cartas, pq lo importante (a veces) no debe interrumpir a la estupidez... tampoco le interesaría.
8 comentarios:
comparto totalmente cada una de las palabras e ideas que dices!!!
qué fuerte! pero es una gran verdad y yna triste realidad en la que me incluyo en muchas ocasiones. vivo en un pueblo, y te puedes imaginar...pero es que creo que es algo universal, al llegar a una edad concreto nos volvemos un poco así, no? cuando somos pequeños somos más auténticos, y de adolescentes lo vivimos todo muy intensamente y nada y todo nos importa! pero al hacernos adultos...TODO CAMBIA, yo mima, a veces no me reconzco...perdemos nuestra esencia, autenticidad
:S
por cierto, enhorabuena por el post!
Me gusta el tema del post y una vez más tu forma de tratarlo. Qué fuerte lo de tu amiga pero puedo corroborar que es así. Comparto lo que dices de poder hablar sin tapujos y siendo uno mismo. Con el tiempo te das cuenta de que con quien te apetece compartir tu tiempo libre es sencillamente con la gente que puedes hablar así, siendo uno mismo, sin máscaras ni impermeables...
Saludos! :)
Alas: Gracias otra vez por asomarte, y reparar en las pajas q me hago. No había caído en lo de las edades, muy buen apunte, es verdad que de pequeños éramos más auténticos, imagino q no conocíamos tanto el miedo a el qué dirán... nos hemos vendido.
Un abrazo
Lastienditas, es cierto lo que apuntas. Yo me siento más cómoda como menos finjo. Prefiero las compañías en las que puedo ser más yo.
Resultaría divertido hacer el experimento de sincerarse con el entorno, y q éste hiciera lo propio... y todo seguiría igual, mejor, pero igual.
Gracias por pasarte. Un abrazo
Bueno, yo no puedo decir eso... Desde hace unos años mi vida es prácticamente de dominio público. Nunca oculto, cuento todo a quien me quiera escuchar, me importa un comino lo que piensen los demás... Hasta tengo un blog público que anuncio en mi propio nick de MSN... Quien no ha llegado todavía a conocerme es porque no quiere...
Pero admito que no soy ni siquiera parte de una minoría, sino que más bien soy única :S Todavía no me he encontrado a nadie que piense (o actúe, mejor dicho) igual que yo. Ni creo que la encuentre, porque realmente admito que es una manera de vivir en la que te haces bastante daño a ti misma... En fin... Siempre hay algún "pero" para todo...
Biquiños.
La realidad es que acá y en todas partes, la gente es superficial. Y cada uno tendrá su propósito.
Yo por ahora, intento aprender a mantenerme alejada de ello (y así estoy, SOLA).
Tal vez no estoy muy encaminada con el tema de la sociedad y socializar, porque la gente me inhibe muchísimo.
En fin...
Muy lindos los temas que tratas en tu blog. Me gusta mucho pasar por acá.
Gracias ^^.
Besos.
Hola.Gracias por pasarte por mi blog,siempre se agradecen las visitas.
Sobre tu entrada.Bueno,si,te entiendo.Yo pienso,que a todos,en el fondo,o a casi todos,nos gusta profundizar,lo que ocurre,es que la mayoria de las veces,y con la mayor parte de la peña que te rodea,el profundizar,puede llegar a aburrir,desentonar,marchitar a las otras personas...y dejan de llamarte,porque eres una plasta.Yo nunca he encajado demasiado bien en ninguna parte,casi con nadie,salvo con los dos o tres amigos verdaderos que tengo,y que aún me quedan...cuando llegas a una cierta edad(bueno yo solo tengo 33 añitos de nada jaja),no todo encaja como debería de encajar,las personas no cambian facilmente,se amoldean a la realidad,y creo que eso,les hace menos libres,menos auténticos,por que están más encajados en la sociedad.
Dejo de molestar
Saludos de ANGELCICA bLACK.
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